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Micha Bar-Am, Parade, Beersheva, 1973 |
Rezo con devoción
un libro de oraciones
de bordes rotos y
todas las palabras que faltan
las veo volando
hace ya mucho tiempo que vuelan
buscando reposo
para la planta de sus pies
cómo les llevaré
remedio si el corazón
de mi oracional
de bordes carcomidos
se agotó y está
desnudo.
Si alguien me
preguntara
quién me va a
preguntar quién me va a preguntar
dónde estabas
dónde estabas
aquellos días
pues bien, quizá
en verdad
no estaba yo en
aquellos días
aquellos días
estaban en mí
todos los
terrores estaban en mí
se sumieron
enteros en mí
hasta ahogarme
reduciendo
a polvo
toda mi alma.
Amir Gilboa
(1917-1984)
*
Si hay tres o cuatro en
una habitación
Si hay tres o
cuatro en una habitación
siempre hay uno
de pie a la ventana.
Obligado a ver la
injusticia entre espinos
y los incendios
en la colina.
Y cómo los
hombres que salieron enteros
son devueltos a
casa por la tarde en calderilla.
Si hay tres o
cuatro en una habitación
siempre hay uno
de pie a la ventana.
El oscuro cabello
sobre sus pensamientos.
Y detrás las
palabras.
Delante están las
voces que vagan sin mochila,
corazones sin
víveres profecías sin agua
y piedras grandes
que han sido devueltas
y están cerradas
como las cartas
sin dirección ni
destinatario.
Boletín meteorológico
Estará nublado. Lloverá.
Seremos y
moriremos. Estarás despierto.
Habrá brisas
dormidas. Te veré
con emoción
primera y dura.
Tú me verás, como
la lluvia que cae
en tu rostro
levantado hacia mí. Hará frío,
habrá subidas y
bajadas. Y ¿a quién
hablaremos si no
existiremos ya? Habrá
buenas
condiciones para los amantes en la colina primitiva.
De los cuatro
puntos cardinales de mi vida vendrá el viento.
Estará oscuro.
Habrá olas.
No habrá término
medio.
Habrá una nube.
Habrá un arcoíris en tu cuerpo.
No existiremos
mañana. Hará frío
en los valles.
Habrá niebla. Nos dispersaremos, nos dispersaremos.
Yehudah Ammijai
(1924)
*
Últimos
Soy ya demasiado
raro. Hace años
que sólo aparecía
acá y allá
en los bordes de
esta jungla. Mi pesado cuerpo
bien camuflado
entre las cañas de junco y pegado
a la sombra
húmeda circundante.
En condiciones de
civilización no hubiera podido resistir.
Estoy cansado.
Sólo los grandes incendios
me arrojan aún de
escondite en escondite.
¿Y ahora qué? Mi
fama está fundada sólo en el rumor
que de tiempo en
tiempo
incluso de hora
en hora
voy menguando.
Pero es verdad
que en este instante alguien
sigue mis
huellas. Con precaución levanto
todas mis orejas
y espero. Los pasos,
ya está en las
hojas muertas. Muy cerca. Cruje. ¿Es eso?
¿Yo soy él? Yo.
No lograré
explicarlo.
Escrito a lápiz en un
vagón sellado
Aquí en este
convoy
Yo Eva
Con mi hijo Abel
Si vierais a mi
hijo mayor
Caín hijo de Adán
Decidle que yo
Errores
Piensas que llegó
al fin, pero sólo
son los primeros
pasos pesados de la lluvia.
Piensas que se
trata de un nuevo pesar,
pero es sólo una
pared encalada como cada año.
Es una tentación
sinuosa, piensas,
pero es sólo una
serpiente de papel de seda.
Piensas que es un
disparo aislado,
y es sólo el
viento que ha cerrado de golpe la puerta.
Tú piensas que
soy yo,
pero sólo soy yo.
Corazón repentino
Corazón
repentino, acróbata sin cuerda
y sin reposo,
¿hasta cuándo?
Abajo, los
caballos del circo iluminado agitan
las diademas de
plumas de sus cabezas saludándote.
Y ya se lamentan
por ti con ritmo sincopado
la tuba de triste
gemido
y el contrabajo,
viejo sentimental.
Para recibir tu
caída
se tensa lejos,
profundo,
el tambor.
Pero este vacío
azul,
esta caída libre,
esta aguda
alegría, oh corazón.
Dan Pagís
(1936-1986)
*
De año en año
De año en año se
hace más delicado,
al final será tan
delicado,
dijo ella
refiriéndose a esto.
Pero yo tengo a
veces la impresión de que me ahogo en el tiempo,
tengo la
impresión de que hace tiempo que me ahogo,
susurró.
Todo es porque te
estás hundiendo, respondió ella.
Todo es porque te
estás hundiendo, lo sabes.
No lo sé. A veces
pienso que me deja mi fuerza.
Delicado, tú
sabes, es otro lado de lo negativo.
Lo sé y te
felicito por el descubrimiento,
te felicito por
el color de tus ojos,
no dejas nada
detrás de ti.
Pues eso
justamente es lo que me inquieta,
pues ése es
justamente quien produce mi duelo,
pues eso es lo
que yo siento.
Te engañas otra
vez: te sientes bien y el bien te rodea.
Está ya
alrededor, te cabalga sobre los hombros,
si tuvieras
paciencia, aún te abrazaría,
en resumidas
cuentas tiene que besarte.
Tú sabes cómo
pasan estas cosas.
3
Pero amo a mi
mujer y a mis hijos,
dijo el preso
bajo el aguacero
cuando lo
conducían
por los paisajes
pelados.
Repito que no es
preciso,
contestó el monje
considerando con atención
los grilletes de
sus brazos y pies.
Desde aquí ya no
está lejos el camino
explicó el guía.
Estas montañas
fueron hace tiempo habitadas
por salvajes.
Actualmente los salvajes escaparon
al interior del
distrito de la costa. Los torbellinos que veis, la espuma
blanca de las
olas –es lo que el mar
hace a los
salvajes.
No continuó.
Sentí un ligero ahogo en la garganta.
También yo había
ido una vez por este camino.
Pero es mejor
callar. No tengo nada que ver con ellos.
El viento que
levanta el polvo y lo deja en herencia
a nuestros hijos,
en forma de muerte, no recuerda nada.
El preso es un
ser frágil. Su cuerpo vacilante-
una cigüeña
blanca en la luz ciega.
No te apresures,
dijo el guía, no te apresures,
no hay duda de
que te precedió otro.
Su hermosura es
desconocida
Su hermosura no
es conocida. El viento
no se lo contó al
árbol. El árbol
no se lo contó al
tablón de la cerca.
El tablón de la
cerca siempre dice: su hermosura,
digo, no es
conocida. Así dice
el tablón hecho
de árbol para ser cerca.
Su hermosura no
es conocida. Sus ojos no son como un manantial negro
ni como la
canción que a veces canta la brisa del otoño en la montaña
que dijo, la
brisa del otoño, su hermosura, dijo,
no es conocida.
Así dice el otoño que le leyó
susurrándole amor
junto a la cerca hecha de un árbol
que dijo al
tablón al que hicieron de un árbol para ser cerca hecha de un árbol:
su hermosura no
es conocida.
Su hermosura no
es conocida. Y no puedo decirlo
ni siquiera a mí
mismo. Tengo que contenerme y pasear
por la tarde,
cuando una sombra cae sobre otra sombra,
contentarme con
callar y no gritar. Dármelo como norma:
No permanecer
demasiado tiempo junto a la cerca,
ir más allá
cuando la brisa del otoño pasa,
no escuchar
cuando hablan de ella los jóvenes
ni cuando de ella
dicen dulces palabras.
No detenerme
cuando alguien se detiene
y no escuchar no
vaya a cantar alguien,
no escuchar cómo
susurra una voz dulce:
su hermosura no
es conocida, como una quemadura de fuego.
Natan Zach (1930)
*
El tiempo cogido en una
red
Volví a ser una
niña pequeña,
de uñas negras de
tanto trabajar
y de hacer
túneles en la arena.
Allí donde mi ojo
se posaban eran cintas de púrpura.
Muchos ojos
brillaban como cuentas de plata.
Volví a ser una
niña pequeña
de esas que en
una noche recorren el mundo
y llegan al país
de la China
y hasta
Madagascar,
y que rompen
platos y tazas
de tanto amor,
de tanto amor,
de tanto amor.
Canción de medianoche 1970
Otra vez como en
tiempos pasados,
el dormitorio
revuelto,
ceniza en todos
los rincones.
Y vestidos
tirados en montón,
una pila de
cartas sin contestar
y una cama
caliente.
Además ahora hay
epidemia de gripe
y estoy enferma
con perdón.
Ni este año
ni en todos los
venideros
consentiré en
renunciar a un pajarillo
que vuela en mi
jardín,
y no cambiaré mi
pajarillo por paloma o por abubilla.
Y otro año vendrá
y otra vez, como
siempre,
estará mi
garganta sofocada de amor.
Abismo llama a abismo
Pasé en Jerusalén
días de rosas
qué es Jerusalén
sino un barrio tras otro.
Fui a ella de
niña y al cabo de los años
como una criatura
extraña.
Estuve sola
en una casa ajena
los ojos levanté
hacia las montañas
buscando ayuda.
Las nubes se
daban la mano ante mis ojos
abajo alborotaban
los oscuros cipreses.
De los confines
de occidente de pronto
se abalanzó un
asombroso pedazo de sol.
Mi añoranza me
inundó como el mar
serrándome el
cerebro como un grillo,
zumbando en mí
como enjambre de abejas
en mi gran
borrachera.
Dalia Ravikovitch
(1936)
*
Si vas a un viaje de LSD
Si vas a un viaje
de LSD
acuérdate que yo
jamás volví de
allí
aún estoy allí
frente a la ventana
que deja ver la
guillotina roja
mi cabeza va a
ser cortada
estoy allí
todavía
esperando que al
momento siguiente
el terror del
universo entero
descienda sobre
mí como un cuchillo
los hilos de la
sangre
van aún desde la
toalla
al lavabo
no dominas la
sangre
que lo sepas.
Yonah Wollach (1944-1985)
*
Clima II
Cae la lluvia una
mañana de junio en Tel-Aviv.
Ante mis ojos cae
imperceptiblemente.
Sobre los árboles
oscuros y las casas cerradas en la calle Raines.
Una lluvia
consoladora, como un sueño de niños en la cama.
Las caras están
mojadas de bendición y los labios murmuran,
la luz graduada
va a apoyarse sobre los extremos de las casas.
Y mil años
parecen ayer, y el día de ayer
se absorbe en los
cubos de cemento desteñido.
La floración de
un amor es como un sarpullido en el antebrazo,
y miel de higos
en la lengua que punza el paladar –
toda la carne
habla como un teléfono
y lluvia figurada
entra a chorros en el cuerpo.
Por ejemplo, invierno
El invierno de la
ciudad despierto
no trae consigo
deshoje. Amarilla
la luz en las
ventanas. Un viento viaja
por la calle
Dizengoff,
junto a una
muchacha que camina
con amor entre
las piernas, ya hace dos horas
con amor entre
las piernas. Su madre
decía: Te llevé
nueve meses bajo el corazón.
Así ya hace dos
horas. También al otro lado de la carretera camina
gente hermosa,
haciendo hermosas acciones. Por ejemplo,
Meir Wieseltier
saca un versículo de su cabeza y lo enseña a los viandantes
el olor de mi
hijo es como el olor del campo, The smell
of my son is like
the smell of the field
de una lengua a
otra pasa el fuerte aroma.
Meir Wieseltier
(1941)
Fuente: Poesía hebrea contemporánea - Antología (traducciones de Teresa Martínez), Hiperión, Madrid, 1994.