Patrick Van Belleghem |
Lo
inerte parecía dominar su vida, conducirla lentamente hacia un punto sabiamente
inmóvil que contenía sin embargo residuos de gozo que a veces se inflamaban de
improviso y que él controlaba muy mal.
una letra desplaza el sueño
lo lacera h
los otros no vienen a alterar el curso de las cosas
en el origen
del error
un murmullo líquido
el frío le cambia el itinerario
ella se gira contra la pared ella
trata de ignorar el verbo
no la he tocado
acaso la he visto
la que mata
entreabre la escena
Un
camino discreto bordeado de árboles apenas visibles. No oír, no comprender.
¿Está armado, incapaz de tomar la luz? ¿Sabe que no avanza? La pierna levantada
sólo persigue lo negro. Las letras no se separan. Encierran un sentido que el
ojo parece captar en el espanto.
Claude Royet Journod, La Finitude des corps simples, P.O.L, 2016.
(traducción propia, más poemas traducidos en Transtierros)
L’inerte paraissait dominer sa vie,
la mener lentement vers un point savamment immobile qui contenait pourtant des
résidus de joie qui parfois s’enflammaient à l’improviste et qu’il contrôlait
fort mal.
une
lettre déplace le sommeil
le
lacère h
les
autres ne viennent pas altérer le cours des choses
à
l’origine
de
l’erreur
un
murmure liquide
le
froid en change l’itinéraire
elle
se tourne contre le mur elle
tente
d’ignorer le verbe
je
ne l’ai pas touchée
l’ai-je
même vue
celle
qui tue
entrouvre
la scène
Un chemin discret bordé d’arbres à
peine visibles. Ne pas entendre, ne pas comprendre. Est-il armé, incapable de
prendre la lumière ? Sait-il qu’il n’avance pas ? La jambe levée ne
traque que le noir. Les lettres ne se séparent pas. Elles enserrent un sens que
l’œil paraît saisir dans l’effroi.
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