Léa L'Azou |
de la boca le salía un aroma a menta a algo frío no decía
nada los dos estábamos callados había miradas irascibles y dulces de pájaro
encerrado también accidentales presiones contactos insistentes respuestas
cuando en plena conversación con más gente se encontraban los ojos ese momento
era exasperado como un niño que arranca con dedos débiles pero seguros las
transparentes membranosas alas de una libélula
un día me retuvo en el pasillo vacío de repente se echó
sobre mí me arrinconó contra la pared y me presionó la boca con los dedos
mientras me retenía sujetándome del brazo después no podía dejar de mirar sus
dedos manchados de lápiz de labios cómo al rato se los llevo a la boca se los
mordió yo lo miraba pero las rodillas casi no me sostenían
todo eran movimientos bruscos impredecibles cuando nos
arañaba la lija del deseo otro día nos marchamos con una botella de vino cerca
del río el agua estaba tan sucia y el cielo espeso de nubes lanosas nos quedó
un cerco oscuro en los labios y se nos ahondaron las pupilas era la alegría
feroz de los lobos era el juego de la caza yo llevaba un vestido negro estaba
siempre abierta por debajo nos perseguíamos haciendo círculos en torno al amor
y al odio
cuando regresaba las hermanas me esperaban desquiciadas se
abalanzaban sobre mí y me arañaban las mejillas por la noche me hacían bailar
alrededor de la hoguera para purificarme del extraño nos sumergíamos juntas en
el enorme río de cenizas y después bebíamos la leve sangre de los peces en un
cuenco de arcilla recuerdo las escamas plateadas cuando aún temblaban
éstas eran las horas animales las dislocadas danzas y el
llanto agotador hasta perder el sentido
a la mañana siguiente tenía la cara borrada y no recordaba
mi lengua estaba sola de la garganta sólo me brotaba un gorgoteo subterráneo
cuando vino el extraño con su piel de humo me miró sin decir
nada pero el desprecio pintado en el rostro había amanecido y de su cuerpo
emanaba una dureza solar después comenzó a hablar en un idioma oscuro y gutural
no pude entender ni una palabra de lo que dijo pero las aristas de su voz me rasparon
la frente
extraños animales peregrinaban delante de mis ojos
hacia el valle de la sed
¡Estás leyendo Écrire de Duras! Es increíble, incluso le dediqué una entrada allá por febrero/marzo.
ResponderEliminarFue una gran lectura :)
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