sábado, 14 de julio de 2012

con los huesos abiertos



Fred Jourda


fuera
las húmedas casas alineadas comen
niebla a orillas del río
por las calles la fría lengua del agua
moja la noche el cuerpo
cansado de la niña de viento reposa

dentro
en la casa sombría respira
se llena y se vacía de sal aguarda

con los huesos abiertos

se le crispa el gesto en la penumbra su piel
como un pañuelo de seda finísima
arrugada por la angustia
aún desde su sangre crece la hierba y
los insectos parpadean como luces de colores

fuera hay un entramado de calles maltrechas escaleras
cada vez más altas subiendo
en el nudo de las horas la madrugada hasta alcanzar
esa zona de aire enrarecido
ese minuto de silencio endureciéndose y los labios de la niña
cada vez más fríos
el olor verde azulado del agua desde sus brazos
ondea
va reflejándose por la hilera de casas
también en las pupilas heridas en ese imperceptible

no

hojita tierna estremeciéndose
de ruegos
se le adelgaza la voz hasta la hebra del miedo
sus cabellos lo desbordan todo como una
planta oscura

de pronto los ojos abiertos el tirón de los huesos
al erguirse
camina sobre los vidrios
una ráfaga de viento abre la puerta

la niña sale a los cañaverales


4 comentarios:

  1. Es tan hermoso esto que has escrito. Decir otra cosa sería echar a perder el momento.

    Un beso.

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  2. gracias por estar también en la cabaña húmeda, sé que no es el lugar más acogedor del mundo... :)

    ¡abrazos a los tres!

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