Fred Jourda |
fuera
las húmedas casas alineadas comen
niebla a orillas del río
por las calles la fría lengua del agua
moja la noche el cuerpo
cansado de la niña de viento reposa
dentro
en la casa sombría respira
se llena y se vacía de
sal aguarda
con los huesos abiertos
se le crispa el gesto
en la penumbra su piel
como un pañuelo de seda
finísima
arrugada por la
angustia
aún desde su sangre
crece la hierba y
los insectos parpadean
como luces de colores
fuera hay un
entramado de calles maltrechas escaleras
cada vez más altas
subiendo
en el nudo de las
horas la madrugada hasta alcanzar
esa zona de aire enrarecido
ese minuto de
silencio endureciéndose y los labios de la niña
cada vez más fríos
el olor verde azulado
del agua desde sus brazos
ondea
va reflejándose por
la hilera de casas
también en las
pupilas heridas en ese imperceptible
no
hojita tierna
estremeciéndose
de ruegos
se le adelgaza la voz
hasta la hebra del miedo
sus cabellos lo
desbordan todo como una
planta oscura
de pronto los ojos
abiertos el tirón de los huesos
al erguirse
camina sobre los
vidrios
una ráfaga de viento
abre la puerta
la niña sale a los cañaverales
Es tan hermoso esto que has escrito. Decir otra cosa sería echar a perder el momento.
ResponderEliminarUn beso.
qué grande eres.
ResponderEliminarPobre.
ResponderEliminarLe espera la vida.
gracias por estar también en la cabaña húmeda, sé que no es el lugar más acogedor del mundo... :)
ResponderEliminar¡abrazos a los tres!