1.
Lo
sé, amada: ahora se me cae el pelo por mi vida salvaje,
y me tumbo en las piedras. Me veis beber el aguardiente más
barato, y camino desnudo al viento.
2. Pero hubo un tiempo, amada, en que fui puro.
y me tumbo en las piedras. Me veis beber el aguardiente más
barato, y camino desnudo al viento.
2. Pero hubo un tiempo, amada, en que fui puro.
BERTOLT
BRECHT
La violencia que el vacío engendra en mí. Horas y horas
burdamente enhebradas, mal cosidas a mi espalda con un hilo tosco, negro, reseco.
Cómo esconder la grotesca cicatriz de la distancia. Es en esos días, regidos
por constelación del Alejado, cuando el silencio crece apremiante en el
interior de mis arterias, de mi tráquea, de mi caja torácica, como una planta
carnívora que devora ferozmente el muro de la
serenidad.
Margaret Durrow |
Durante las mañanas soy un hermoso animal. Soy la casa
vacía, llena de un sol muy cruel, y soy también el rabioso animal que la
habita, desnuda y desnombrada, con las pupilas cercenadas por la maldad de la
luz. En esos días el pelo me cae por la cara, me encierro en mis habitaciones, el
deseo estalla contra las paredes y como apresuradamente con las manos, borracha
y ávida, lloro hasta que me duelen las uñas y me quedo dormida en el suelo, tan
sucia, casi ronca ya de rugir por las esquinas. Se me transparenta el cuerpo
entero, desde los pies deshechos de correr a trompicones por el laberinto humo,
marcada siempre con el estigma de la pérdida.
Dino Valls |
La noche es el libro de la crueldad. Llego siempre a la cama
con los dedos manchados de triturar amapolas. Hay un espejo al fondo del
pasillo que me devuelve el reflejo de mi imagen caminando en la oscuridad de la
casa. Es entonces cuando ellos consiguen rebosar mis ojos y salir. Enfermos,
mutilados, heridos, diseccionados. Los hijos de Dino Valls. Mis hermanos de lamentos
y espinas. Tienden sus palmas abrasadas.
Quieren mis dientes, estrellas duras, blancas y rojas, dentro
de un cofre lacado.
Quieren mi palabra, esa flor de aristas.
No dicen nada pero miran. Los calcinados. Los poseídos. Los
deformes. Las plagas vivientes que se escapan de mis ojos y me contemplan desde
su jardín de suplicios al otro lado del espejo.
me impresionas hoy especialmente esos dedos manchados de triturar amapolas.
ResponderEliminarun besico
¿Tienes un e-mail? Confía en mí.
ResponderEliminarMuchas gracias Charcos :)
ResponderEliminarNo entiendo mucho el juego de los anónimos, pero soy curiosa. Mi email no es secreto: anouk.tiferet@gmail.com
muy bueno
ResponderEliminarEres la casa vacía, tus paredes son el universo y la explosión no tarda en llegar.
ResponderEliminarBS.
A fin de cuentas, estamos en un momento histórico de apocalipsis, pronto comenzarán los estallidos :)
ResponderEliminarBesos, Sarco y Gio!
Tiene mucha calidad lo que escribes.
ResponderEliminarMe abstendré de comentar el fondo porque aunque me impresiona, incluso da escalofríos, prefiero destacar el alto nivel de tu escritura.
Besos.
"La noche es el libro de la crueldad."
ResponderEliminar!!
menudo día de sol en la pequeña terraza, y casi no puedo leer en la pantalla,... en algún tejado una mujer se ha lanzado al cante (y tiene buena voz)
ResponderEliminarhace tiempo que quité la música porque intento reeducarme en el silencio, te leo esta entrada que me gusta, pero hay que pararse que no es de correr,...
ahora suenan de lejos unas campanas, son las cuatro y cuarto y no hay hambre, cuesta detenerse en los blog, en estas pantallas, y estas entradas merecen pararse y detenerse (también quiero volver sobre la quietud en este siglo)
el papel, una hoja, ni LDC, ni HD, ni TFT,...
un saludo
...casi ronca ya de rugir por las esquinas...
ResponderEliminarIMPECABLE
:) gracias por vuestra lectura...
ResponderEliminarAbrazos!
Gracias.
ResponderEliminarMis abrazos.
N. L