martes, 26 de abril de 2011

La extranjera

Quién era la otra mujer. La otra mujer era un dátil de fuego quemando mis dedos sin verme, el sonido de su lengua era una música de luciérnagas atrapadas en el barro. La otra mujer. Yo de ella sabía sólo un río de cabellos de mirra, una noche de alhajas velando su lejano semblante.

Durante tres lunas, el viajero errante levantó su tienda de azafrán ante su morada. Durante tres lunas de sal fría, lúgubres azucenas desbordaron mi vientre.

Una mañana temprano, soñé con ella. La mujer de incienso. Incluso sentí en la lengua el peso de su nombre como una brasa ya hecha cenizas: Leucótoe. Fue entonces cuando el equinoccio se instaló en mis pasos, y enturbiando mis humores me arrastró ante ella. Leucótoe dormía en una nube de polen y yo la miraba, los pequeños insectos que anidan relucientes en mis ojos la miraban, pero yo no la veía. El estupor me comió la lengua, era hermosa como una duna tibia, yo nunca la vi. Alguien no humano puso sus dedos en mis labios. No fui yo la que dijo las palabras extrañas delante de su padre, la que enlazó la mariposa de metal que era su nombre con el tañido afilado del hombre-desierto. No era yo la enferma y la duda y el dolor como espigas estallando.

No. Y sin embargo, la columna de humo de su cuerpo se enfriaba ya antes de extinguirse las palabras que Alguien posó en mi boca. La llama blanca del viajero errante no la salvó de la esterilidad, era una semilla exhausta. La última vez que me volví hacia ella, tenía la mirada perdida de un túmulo de incienso.

viernes, 15 de abril de 2011

Ofrenda



Alguien la empuja hacia el umbral
al lugar devastado
allí donde los otros
exprimen las raíces del fuego
y se tuercen las manos
por conjurar al tránsito.

Es ella la señal:
la Estela de Polen
la Aurora Envejecida
el Doloroso Nardo
la muda ofrenda a un dios desconocido.

Envuelta en un jadeo de tambores
y voces, esperando,
el silencioso aullido de tus ojos
le abrasa los labios como nieve.


[Imagen de Margaret Durow]

lunes, 11 de abril de 2011

Piel y vértebras




PAREJA HUMANA

Hartazgo y orgasmo son dos pétalos en español de un mismo
lirio tronchado
cuando piel y vértebras, olfato y frenesí tristemente tiritan
en su blancura última, dos pétalos de nieve
y lava, dos espléndidos cuerpos deseosos
y cautelosos, asustados por el asombro, ligeramente heridos
en la luz sanguinaria de los desnudos:
un volcán
que empieza lentamente a hundirse.

Así el amor en el flujo espontáneo de unas venas
encendidas por el hambre de no morir, así la muerte:
la eternidad así del beso, el instante
concupiscente, la puerta de los locos,
así el así de todo después del paraíso:
-Dios,
ábrenos de una vez.


Gonzalo Rojas


[Fotografía de Jackson Eaton]

sábado, 2 de abril de 2011

Nocturno

Las Pléyades ya se esconden,
la luna también, y media
la noche, las horas pasan,
y voy a acostarme sola.
SAFO





La noche me esconde
tu pulso de ciervo sigiloso
ese pájaro triste siempre al filo
del aire
que es tu corazón

Y yo me duermo sola
en la constelación del cisne.