Anka Zhuravleva |
hebras de sangre hilos
de silencio tras la piel urdiéndome
animal tan quieto
o flor redonda surcada de alvéolos
yo gravito en el aire de noviembre
como una anémona aterida
cristalina
en mi placenta
sobrevuelo esta luz
amanecer de acero
sobre la ciudad de escombros me abro
camelia leve
frágil farolillo vegetal
sin tocarlo me abro en el estrépito
en las miradas ávidas que
me cercan me sondean no me tocan
quieren lamer las yemas de mis dedos
su calor de adormidera
pero tan lejos
yo
en mi danza de fiebre neblinosa
succiono las dulces raíces rojas
de los llantos nerviosos
extenuada
medusa de silencio
me calmo los párpados en llamas
me recubro de voces y tejidos
de su beso de arsénico
tan lejos tú y ellos
entonces
de quién es este sueño exhausto
herida blanca
rasgando el pétalo de la memoria
He leído el poema, he visto un bosque, no sé si es un inmenso jardín o derechamente un bosque.
ResponderEliminarPero me he recostado para sentir el sol...
Saludos
Sarco Lange