jueves, 16 de enero de 2014

dewey dell


manuel álvarez bravo



Una vez me desperté con un vacío negro abriéndose a mis pies. No podía ver. Veía a Vardaman levantarse e ir hasta la ventana y clavar el cuchillo en el pez, y la sangre saltaba, silbaba como vapor, pero yo no podía ver. Hará lo que yo le diga. Siempre lo hace. Puedo convencerle para que haga cualquier cosa. Sabes que puedo. Supón que digo Da la vuelta aquí mismo. Fue cuando me morí aquella vez. Supón que lo hago. Iríamos a New Hope. No tendríamos que ir a la ciudad. Me levanté y saqué el cuchillo del pez sangrante, que seguía como silbando, y maté a Darl.


Cuando aún dormía con Vardaman una vez tuve una pesadilla en la que pensaba que estaba despierta pero no podía ver y no podía sentir no podía ni sentir la cama que tenía debajo y no podía pensar lo que yo era y no podía pensar ni en mi propio nombre ni en que era una chica ni tan siquiera pensar y no podía ni pensar que quería despertar ni recordar qué era lo contrario a despertar para poder hacerlo y sabía que algo estaba pasando pero no podía pensar en el tiempo y entonces supe que lo que pasaba era que el viento estaba soplando sobre mí y era como si ese viento llegara y soplara sobre mi persona y me llevara al sitio de donde venía y no era yo la que soplaba sobre el cuarto y Vardaman dormía y todos debajo de mí otra vez moviéndose como un trozo de seda fría que me rozara y rozara las piernas desnudas


Mientras agonizo, William Faulkner (traducción de Jesús Zulaika)


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