manuel álvarez bravo |
Una vez me desperté con un vacío negro abriéndose a mis
pies. No podía ver. Veía a Vardaman levantarse e ir hasta la ventana y clavar
el cuchillo en el pez, y la sangre saltaba, silbaba como vapor, pero yo no
podía ver. Hará lo que yo le diga.
Siempre lo hace. Puedo convencerle para que haga cualquier cosa. Sabes que
puedo. Supón que digo Da la vuelta aquí mismo. Fue cuando me morí aquella
vez. Supón que lo hago. Iríamos a New
Hope. No tendríamos que ir a la ciudad. Me levanté y saqué el cuchillo del
pez sangrante, que seguía como silbando, y maté a Darl.
Cuando aún dormía con
Vardaman una vez tuve una pesadilla en la que pensaba que estaba despierta pero
no podía ver y no podía sentir no podía ni sentir la cama que tenía debajo y no
podía pensar lo que yo era y no podía pensar ni en mi propio nombre ni en que
era una chica ni tan siquiera pensar y no podía ni pensar que quería despertar
ni recordar qué era lo contrario a despertar para poder hacerlo y sabía que
algo estaba pasando pero no podía pensar en el tiempo y entonces supe que lo
que pasaba era que el viento estaba soplando sobre mí y era como si ese viento
llegara y soplara sobre mi persona y me llevara al sitio de donde venía y no
era yo la que soplaba sobre el cuarto y Vardaman dormía y todos debajo de mí
otra vez moviéndose como un trozo de seda fría que me rozara y rozara las
piernas desnudas
Mientras agonizo, William Faulkner (traducción de Jesús Zulaika)
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