Elliot Lee Hazel |
ah las pasiones del cuerpo:
1) presenciar el eterno combate entre la fuerza y la
debilidad entre las
ganas y sí la aspereza de los huesos quemándose la boca
odiosa
todo el día
tiemblan las manos apenas pueden sostener las cosas
sangra la delicada flor de las encías cuando intentas
masticar la parálisis y la rabia todas las veces que te
quejarás diciendo nunca
tu ridículo pequeño circo de ansiedad
no quiero ver nada más quiero que venga alguien quiero un
pájaro
no
no hay nadie
¿hola?
contempla tu cuerpo ahora la
degradación el dolor de cada movimiento la saliva amarga
a veces abres las ventanas para renovar el aire y que la
nieve te corte
las mejillas a veces cantas a gritos hablas con las paredes
desnudas y escuchas
al viejo de arriba ir y venir todo el día
como tú
de un cuarto a otro
los ojos desmesurados
2) las horas no se parecen en nada a un hilo espeso
estirándose
pero es verdad que el aire se vuelve acuoso que los ojos
duelen no quieren
abrirse
estas tazas me están
destrozando la vida, sí
cuántos líquidos calientes hoy vanos intentos de algo que se
parezca al contacto
entonces intento dormir
pero viene el herrero incandescente y deposita sobre mis
ojos
sus monedas recién sacadas del horno
viene el cuervo inmundo y me picotea la garganta
creí que había una zona blanca intacta en medio de la nieve
pero abrí los ojos y me encontré temblando
en la calle de las carnicerías
Qué bueno.
ResponderEliminarHas hecho un poema en una prosa en una fábula en todos nosotros en ellos y en él que no lo sabe aun.
ResponderEliminarBs.
Muy muy bueno.
ResponderEliminarwow buenisísimo si señora
ResponderEliminarjoder!
ResponderEliminarduele, duele mucho.
Voraces esas pasiones, voraces y generosas las palabras con ellas.
ResponderEliminarUn abrazo.
Los cuervos inmundos me comieron.
ResponderEliminarY dejaron lo que ahora soy.