jueves, 16 de octubre de 2014

shigeko escribe un diario de racionamiento


Masadaku Masiyama


como si estuviera incrustada en algún hueco
sobre el que pivota la isla
observo a mi alrededor
todos se mueven con enorme rapidez
buscan buscan buscan me pregunto qué
yo sólo me preocupo de la pervivencia
de los que todavía puedo ver
no supe nunca apegarme a lo invisible

pero es cierto, algunas cosas han cambiado
los 4 de arroz o cebada por persona
ahora son sólo 3

hago una lista con las sustancias que nos mantienen
aquí lo que logré reunir esta mañana:
un pastel de tofu
una sardina
dos repollos chinos
cinco o seis zanahorias
raíces de bardana
un manojo de espinacas

no comprendo ese hongo inmenso que carcome las noches
ni el nuevo sabor del agua
no comprendo las palabras ayer hace una semana hace un mes

preparo una pasta espesa con restos de soja
servirá para la sopa salada de la noche
tengo las manos frías y la cabeza vacía vuelvo útil todo
lo que toco
comemos el desastre la pobreza la asimilamos dentro
de los huesos una planta creciendo en nuestro estómago
nos desgajamos despacio de la ciudad que conocimos
extraemos alimento del vacío

por eso tomo notas cada día
hago hervir las verduras borro mis palabras mi lengua
mastico unas judías resecas mientras cae la tarde
la enorme nube borró el mundo los ecos desaparecieron
no queda nadie
la isla flota a la deriva en el caldo radioactivo




domingo, 12 de octubre de 2014

13 formas de habitar una esquina


Elene Usdin 



I

Huyen avestruces —hay mujeres cuyas palabras son fresnos. Sombras hilvanan puertos de aire. Entre la estampida reposa la mano sobre el talud de una rodilla. Habano y humo. Rojizo ciprés el sueño. El olor sigue más allá del borde. Desde el buró —poder, sonríe destruida/ tiento ocre, cuerpo estrófico en el quicio. Vestíbulo.

II

Donde los náufragos cantan apunta el ojo. Hacia el rabillo austral de la mirada —dorada agua de la memoria— el tono plomizo del frío. Uno podría ser entendimiento crepuscular, avanzada furiosa de jauría humana pero el vórtice detiene la rebelión. Gotea aún el rompevientos. Y entre el invierno de milnovecientosetentaydos y el presagio del dosmildocefindelmundo un día y el otro. Gramática de Babilonia. Descenso.

III

Caramelos y una hormiga. Breve ataque de asma. Sedosas las patas recorren un dedo meñique. Este paisaje no es política: hueco, centro de bala o poema. Dos muros hacen un baldío entre sí. Menta, el caramelo es sabor menta.Huella.

IV

A ambos lados de la vía, —párpados inestables, lozam de 2 mg— la superficie de las cosas: tubos de acero, mosaicos (opus tessellatum), textiles sintéticos de corte abstracto. Dolor en el lenguaje. Monopolio cromático. Todo cuerpo desnudo mata a la teoría. Rota el espacio. Cielo.

V

Un punto un punto en particular un punto un punto esquivando su propio punto un punto que arroja otro punto el punto que aniquila su sombra un punto el punto en punto:
linde.

VI

Lluvia sobre penumbra. Pelaje y lamido. Ensoñación y notas en brote de murmullo. Herida que sostiene. En el trazo de un sonido veloz —cielo abierto sobre cuerpo, lengua —partículas de azul Berlín. Desliz en el cerco de la boca. Plexo.

VII

Al ojo el vuelo, petrel negro. Caminar sobre precipicio claramente delimitado. Colinas, nubes, bosque boreal. Mujer desvistiéndose sobre cama helada. Bajo los pliegues de su ropa una constelación de aguanieve. Arden las corvas. Barbera o Bonarda, fuerte sabor en boca. Filo.

VIII

En el cuerpo sésil de una hoja, apenas adherida, resplandece el estrato del mundo. Flujo audible. Inflexiones sostenidas por insinuación —dosel amazónico en medio del cuarto. Las hormigas deducen siempre el estado de las cosas.Intensidad de una figura dentro de otra, sonoridad del bulbo de luz, silbido en tono sordo. La cerveza cae al suelo. Tokonoma.

IX

Baúl en madera de fresno, motivos vegetales y geométricos en perfecta simetría. Pies móviles para elevarlo del suelo, cerradura con llave, asas en los costados que facilitan su transporte. Periodo: siglo XVIII. Nadie olvidará el color del brazalete. La economía a gran escala destruye voluntades. Un hombre anuncia que desaparecerá. Trino.

X

Ángulos óseos, formas y cuesta donde radica el ritual. Quién teme al aire. Fisura donde hay. Puerta pulida. Naturalezas muertas, humo de tabaco. Cruce. Un poema es una lima un día bisiesto un 31 de marzo un esquema mental un pinar. Retenes silenciosos demarcan umbral. Aire, pulmones saturados. Oxígeno para abastecer el cerco. Cercanía de pieles ante el viento. Jaula.

XI

Un punto, paraguas negro, bolígrafo de tinta azul, orden para no pensar en la muerte, una mancha seca de sangre, garabateo cadmio en algodón, arca con motivos repetidos sistemáticamente —clavel del monte o calta palustre. Toda la potencialidad del mirar: herida supurante espalda nupcial de un hombre labio bajo de grosor excitante cuerda que flota del fresno en vaivén madreperla ópalo de fuego luz diurna sobre escena movimiento y rastros. Cauterización.

XII

Júbilo y adoración en paréntesis. Sobre el cabello largo de esa mujer, vista en Baden Baden, sobresale una galaxia. No anillos de satélite. No corona de santidad. Réplica. Varios tañidos de campanas (no provincia eclesiástica) susurran una verdad a medias. Blancos y agrietados. Los labios. Se necesita una nueva contraseña para regresar a tiempo al mundo. Mientras la palabra aparece, ella dibuja sobre el agua una espiral. Resplandor.

XIII


Circulan autos en pulgada y media. Espacio hendido. Ladra un perro al fondo. Oropel. Pastelillo de arándanos y chispas de chocolate. Píldora sintética de felicidad. No era sólo balanceo de cumbia salsa samba. Gozne entre realidades, “mira tu cuerpo iridiscente, azul­moradoverde iridiscente”. Lenguaje. Territorio para la aparición de parques paisajísticos zonas urbas rehabilitadas laderas de casas con techo metálico piedras nucleicas espacios sacrificiales. Cajas y capas, espacio vital de pulgada y media. Nación.


Rocío Cerón, Dio­rama, Uni­ver­si­dad Autónoma de Nuevo León/Tabasco 189, Méx­ico, 2012