martes, 30 de octubre de 2012

melancholia


Giorgio de Chirico




caminaba despacio por la calle, alcanzada por una enfermedad sin nombre preciso, nada demasiado preocupante: sólo fiebre por oleadas, una gravedad pálida desprendiéndose de su frente y sus mejillas, y sobre todo, el sufrimiento por el espacio, por un exceso de perspectiva

hostigada por la sensación de pérdida descontrolada y por el hedor del aire amarillento, apresuró el paso, las escenas se agolparon en su cabeza; fue entonces cuando supo que en realidad no era nadie sino aquella mujer envuelta en vendas que aparece reclinada en medio de los espacios desiertos, una y otra vez, rodeada por arcos amenazantes como bocas abiertas, abandonadas galerías, cuartos sombríos

a ella le gustaría

a) despertar por una vez de ese sueño denso que ya dura milenios, donde merodean desconocidos con caras destrozadas
b) dormir de verdad aunque fuera un segundo ese sueño vacío que sólo se alcanza dentro del agua, mecida por una respiración animal


su consciencia se ha reducido a la percepción de los lugares hostiles y del dolor al apretar los dientes, dentro de sus venas se acumulan en silencio los ríos oscuros, minerales muy pesados deshaciéndose, restos de frutas contaminadas

a pesar de todo pasa el día a la espera de un gesto tibio, quizás alguien va a acercarse con las manos abiertas, y los minutos se condensarán en una montaña de lanas donde esconder el rostro, y ya no más la lija del viento, las heladas lascas hendiéndose en la piel


martes, 23 de octubre de 2012

quería escribir sobre la nieve


Anni Lepälä



golpes contra todas las esquinas
la náusea florece desde la garganta despierto
el cálido hilo de sangre borda la mañana
no se aclara el frío persiste rodea mis mejillas
con las manos negras
envuelve desde temprano las vísceras
la piel arrancada de los frutos

mientras
la descomposición avanza
ya trajeron los animales degollados
su sangre gotea en regueros desde el camión
el óxido sí
su gusto inerte estancándose en mi lengua
ni siquiera está caliente

 veo los rostros tirantes casi piedra
atravesar las calles
la rígida espera en los andenes
un día más ese hombre con traje oscuro que no sube
a ningún tren porque no sabe
 a dónde llevan
oigo la dura cuerda cada vez más
tensa tanta gente
el sudor las suaves canciones murmuradas
sus huesos quejándose de arriba abajo

no
quería escribir sobre la nieve
quería contar una historia: había una vez
una mujer desencajada
compraba cada día las mismas cantidades
de leche y de lejía
quería comer nieve hasta volverme
transparente
y después como campanas frías
tocar las palabras
la pulsación exacta el tañido debajo de la piel

pero

hay algo que no puedo nombrar
una fuga
hay algo que me está abriendo en canal
parece una hoja fina y afilada una melodía dulce
por eso quizá despierto
vacía como un pozo abandonado
extiendo las manos sin saber cómo
buscando
hasta sentir en los dedos  el ardor
las pequeñas hogueras de la calle
el humo borrándome la cara


domingo, 7 de octubre de 2012

silenciosa algarabía del corazón


Landscape in red light, Emil Nolde




Poemas. Objetos de la muerte. Eterna inmortalidad de la muerte. Algo así como un goteo nocturno y afiebrado. Poesía. Orina. Sangre.

Muerte fluyente y olorosa. Gran oído de dios. Poesía. Silenciosa algarabía del corazón.


Blanca Varela, El libro de barro.