Soberana y alta señora:
El ferido de punta de ausencia, y el llagado de las telas del corazón, dulcísima Dulcinea del Toboso, te envía la salud que él no tiene. Si tu fermosura me desprecia, si tu valor no es en mi pro, si tus desdenes son en mi afincamiento, maguer que yo sea asaz de sufrido, mal podré sostenerme en esta cuita, que además de ser fuerte es muy duradera. Mi buen escudero Sancho te dará entera relación, ¡oh bella ingrata, amada enemiga mía!, del modo que por tu causa quedo. Si gustares de socorrerme, tuyo soy; y si no, haz lo que te viniere en gusto, que con acabar mi vida habré satisfecho a tu crueldad y a mi deseo.
Tuyo hasta la muerte,
El caballero de la triste figura
(Miguel de Cervantes)
jueves, 31 de marzo de 2011
miércoles, 23 de marzo de 2011
El deseo de ser un indio
Si pudiera ser un indio, ahora mismo, y sobre un caballo a todo galope, con el cuerpo inclinado y suspendido en el aire, estremeciéndome sobre el suelo oscilante, hasta dejar las espuelas, pues no tenía espuelas, hasta tirar las riendas, pues no tenía riendas, y sólo viendo ante mí un paisaje como una pradera segada, ya sin el cuello y sin la cabeza del caballo.
F. Kafka, Cuentos completos
F. Kafka, Cuentos completos
sábado, 19 de marzo de 2011
La pastora ciega
Entra con tus campanas en mi casa, pastora ciega
A. GAMONEDA.
Al abrirse la primavera yo fui la pastora ciega.
Durante el tiempo del frío permanecí inmóvil, sentada en el silencio de la espera, unida a la quietud del aire. El azúcar que hierve en el silencio fluía por el tallo débil de mi garganta, y al borde de los labios me cortó el roce del último cristal azul.
Entonces tú llegaste cargado con una cesta de uvas, resonante como una esquila en un monte perdido.
Hubiera querido mirarte, morder tu juventud de planta transparente, mientras presionabas mis muñecas y mis dedos se hundían en la tersura, arracimada y redonda, de las uvas.
Después, apenas si recuerdo. Mis manos te buscaban en vano frente a mí, y sólo sentí el polvo azul de las frutas: se abría como una herida tras mis ojos.
Como una herida la púrpura dulce que se derramó en mi lengua mientras, agachado, ceñías mis tobillos.
Yo fui la pastora de los pesares varios, la de las quejas sombrías y la mirada blanca, la rumorosa magnolia que se atreve al viento y es en él crucificada.
En mis dedos calla ahora la sed.
Acaso arderé para siempre en el recuerdo: el roce de tu pelo en mis rodillas, y mis enaguas caídas en la hierba, tangible pureza de la última nieve.
[Imagen: L'espoir. Pierre Cécile Puvis de Chavannes]
domingo, 13 de marzo de 2011
Tu me tues
(Hiroshima mon amour, Alain Resnais) |
ELLE:
...Je te rencontre.
Je me souviens de toi.
Qui es-tu?
Tu me tues.
Tu me fais du bien.
Comment me serais-je doutée que cette ville étail faite à la taille de l'amour?
Comment me serais-je doutée que tu étais fait à la taille de mon corps même ?
Tu me plais. Quel événement. Tu me plais.
Quelle lenteur tout à coup.
Quelle douceur.
Tu ne peux pas savoir.
Tu me tues.
Tu me fais du bien.
Tu me tues.
Tu me fais du bien.
J’ai le temps.
Je t’en prie.
Dévore-moi.
Déforme-moi jusqu’à la laideur.
Pourquoi pas toi ?
Pourquoi pas toi dans cette ville et dans cette nuit pareille aux autres au point de s’y méprendre ?
Je t’en prie…
Marguerite Duras, Hiroshima mon amour.
Intermedio - Chantal Maillard
Entre una imagen tuya
y otra imagen de ti
el mundo queda detenido.
En suspenso. Y mi vida
es ese pájaro pegado al cable
de alta tensión,
después de la descarga.
De "Lógica borrosa", Chantal Maillard
y otra imagen de ti
el mundo queda detenido.
En suspenso. Y mi vida
es ese pájaro pegado al cable
de alta tensión,
después de la descarga.
De "Lógica borrosa", Chantal Maillard
sábado, 5 de marzo de 2011
Noche adentro y no duermo
A lo lejos, en un atardecer
en que el otoño
es un lugar en mi pecho,
comienzan a encenderse las ventanas,
mi nostalgia
por estar donde bien sé que al llegar
volvería a estar afuera.
Duelen los ojos de soñar tan a lo lejos
la frente de pensar
lo impensable de tanta vida
que no he abrazado,
tanta deuda de lo que no he nacido.
Poco a poco se apagan las luces,
es el lindero de una noche y otra noche,
la frágil vecindad
del miedo y la esperanza.
El último día podría ser éste que termina,
esta noche
en la que aún escribo
igual, pero sin una ausencia nueva
para seguir esperando.
Hugo Mujica
en que el otoño
es un lugar en mi pecho,
comienzan a encenderse las ventanas,
mi nostalgia
por estar donde bien sé que al llegar
volvería a estar afuera.
Duelen los ojos de soñar tan a lo lejos
la frente de pensar
lo impensable de tanta vida
que no he abrazado,
tanta deuda de lo que no he nacido.
Poco a poco se apagan las luces,
es el lindero de una noche y otra noche,
la frágil vecindad
del miedo y la esperanza.
El último día podría ser éste que termina,
esta noche
en la que aún escribo
igual, pero sin una ausencia nueva
para seguir esperando.
Hugo Mujica
jueves, 3 de marzo de 2011
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