jueves, 30 de septiembre de 2010

Des souvenirs...

Elle dit que son odeur, elle n'oubliera jamais. Il dit que lui, c'est son corps d'enfant, ce viol chaque nuit du corps maigre. Encore sacré, il dit. Que jamais plus il ne connaîtra ce bonheur -il dit: Désespéré, fou, à se tuer.

M. Duras, L'Amant de la Chine du Nord.

miércoles, 29 de septiembre de 2010

Del vértigo y la miel heraclea

“La miel de Heraclea, que es tan venenosa, es parecida a la otra, que es tan saludable (…). La miel de Heraclea es más dulce al paladar que la miel ordinaria, a causa del acónito, que le da un exceso de dulzura (…). La miel de Heraclea, una vez engullida, produce vértigos (…) La miel de Heraclea perturba la vista (…). Finalmente, la miel de Heraclea llena la boca de amargura; de la misma manera, las falsas amistades se convierten y acaban en palabras y en demandas carnales y malolientes, y, si no son aceptadas, en injurias, calumnias, imposturas, tristezas, confusiones y celos, que degeneran, muchas veces, en embrutecimiento y locura”


San Francisco de Sales, Introducción a la vida devota, capítulo XX.


“MIEL HERACLEA. Las abejas forman su miel en la dulzura de grandes flores venenosas. Tomándola, los pastores salen de sí, copulan con los carneros, mueren en el fondo de las cisternas.”

Antonio Gamoneda, Mudanzas.


Fue al sentir en la lengua el gusto indecible de la miel heraclea cuando empezó la metamorfosis, y el color del cobre recién cortado se estancó en el iris de mis ojos. La fatiga apoyó sus dedos de azúcar quemado sobre mis párpados y me fue dado entrar al templo resonante de tu sueño, portando tan sólo una lamparilla de aceite de sufino, hecho de lirios.
Entre los murmullos se abre paso la voz fría de una corriente de aire que me despoja de todo recuerdo, salvo los trazos de tu rostro, tantos días atisbados desde la distancia anónima.

La lamparilla de aceite está a punto de apagarse, casi del todo consumida, y el humo ya no florece en largas volutas pálidas, las flores punzantes del deseo. Después sólo tendré la noche y tu sueño, esa semilla dulce que germina y se quema con el primer grito del sol. Cuando se apague la luz tu sueño será sólo un fluido monótono, un viaje mudo por la constelación de ínsulas extrañas en el que yo no podré hablar, pues no hay palabras en el mar de la serenidad para extraer este dolor que me adormece el cuerpo lentamente, que echa raíces en mí y me enfría los labios como agua de adormideras.

Así, desconocerás mañana este país de panteras, de enredaderas sigilosas, esta boca mía que se aferra a tu nombre, su sólo talismán. Mañana no sabrás nada de mí ni recordarás cómo te estoy mirando ahora, cómo tiembla la llama enferma. Por eso no contengo estos susurros agitados, porque si lograra sólo anidar en alguna esquina de tu noche y perdurar, pero no queda sitio entre las bestias amarillas que pueblan tu memoria.

Ya sólo me sostiene el parpadeo incierto, un hilo de aceite que huele a insomnio blanco, y es éste mi único asidero, no te muevas, no lo consumas tan rápido, no me sueñes así, tan dentro, mis huellas se desprenden de tu sueño como el humo, pero, sobre todo, no abras los ojos.

La mujer de Lot

Miré atrás dicen que por curiosidad.
Mas, curiosidad aparte, pude haber tenido otras razones.
Miré atrás de pena por la fuente de plata.
Por descuido, mientras ataba la correa de mi sandalia.
Para no mirar más el cogote justo
de mi esposo, Lot.
Por la súbita certeza de que, si muriera,
ni siquiera se habría detenido.
Por la desobediencia de los sumisos.
A la escucha de la persecución.
Tocada por el silencio, esperando que Dios cambiara de parecer.
nuestras dos hijas ya desaparecían detrás de la cima de la colina.

Sentí la vejez en mí. La lejanía.
La vanidad de la andadura. El sueño.
Miré atrás al poner el hatillo sobre el suelo.
Miré atrás por temor a dónde dar el paso.
En mi sendero aparecieron serpientes,
arañas, ratones, polluelos de buitres.
Ya ni lo bueno ni lo malo –simplemente, todo lo vivo,
reptaba y saltaba en pánico colectivo.
Miré atrás por mi soledad.
Por vergüenza de estar huyendo a hurtadillas.
Por ganas de gritar, de volver.
O quizá sólo cuando arreció el viento,
soltó mi cabello y me levantó el vestido.

Sentía que me miraban desde las murallas de Sodoma
y rompían en carcajadas sonoras, una y otra vez.
Miré atrás por rabia.
Para saciarme de su gran perdición.
Miré atrás por todas las razones arriba expuestas.
Miré atrás de forma involuntaria.
Fue sólo una piedra la que giró rugiendo bajo mi cuerpo.
Fue una grieta la que, de súbito, me cortó el camino.
En el borde un hámster se agitaba sobre sus dos patas.
Y fue entonces cuando ambos miramos atrás.
No, no. Yo seguí corriendo,
arrastrándome y levantando el vuelo,
hasta que la oscuridad cayó del cielo,
y con ella la gravilla ardiente y las aves muertas.
Por falta de aliento giré repetidas veces.
Quien lo viese habría pensado que bailaba.
No descarto que tuviera los ojos abiertos.
Es posible que me desplomara con el rostro vuelto hacia la ciudad.


Wislawa Szymborska, El Gran Número

sábado, 25 de septiembre de 2010

Obstáculos

"Cuando miro el verde portón de hierro desde mi ventana, su aspecto es como el de la puerta de una prisión. Es una impresión injustificada, porque puedo salir de aquí siempre que quiero y también porque sé que los seres humanos atribuyen a un objeto o a una persona la culpa de constituir un obstáculo, cuando éste reside siempre en uno mismo."

Anaïs Nin, Diario I (1931-1934)

lunes, 20 de septiembre de 2010

Dos poemas de Basilio Sánchez

LA mujer que camina delante de su sombra.
Aquella a quien precede la luz como las aves
a las celebraciones del solsticio.

La que nada ha guardado para sí
salvo su juventud
y la piedra engarzada de las lágrimas.

Aquella que ha extendido su pelo sobre el árbol
que florece en otoño, la que es dócil
a las insinuaciones de sus hojas.

La mujer cuyas manos son las manos de un niño.

La que es visible ahora en el silencio,
la que ofrece sus ojos
al animal oscuro que mira mansamente.

La que ha estado conmigo en el principio,
la mujer que ha trazado
la forma de las cosas con el agua que oculta.




EL ESPÍRITU DE LA POESÍA

Ésta es sólo una lluvia destinada a los árboles,
un paisaje que crece
sobre el espíritu de los iconos.

Hablo de la memoria, de una mirada íntima,
o de la confluencia de dos formas distintas de materia.

Hablo de esta palabra
que ha de ser concebida tan sólo como el ruido
que divide a la noche en sus dos gatos siameses.



Basilio Sánchez

lunes, 13 de septiembre de 2010

Donne-nous tes passions sans objet

Déesse des douleurs et de la danse, née des vagues, toute visqueuse et amère dans le seul et l’écume, toi qui es comme un rire et un regret, une rancœur et un élan, enseigne-nous l’indifférence qui fait renaître les amours…instruis-nous de la vérité de ce monde qui es de n’en point avoir et accorde nous la force de vivre à la hauteur de cette vérité sans égale. Comble-nous de tes dons, répands sur nos visages ton impartiale cruauté, ta haine tout objective ; ouvre au-dessus de nos yeux tes mains pleines de fleurs et de meurtres.
Accueille tes enfants égarés. Reçois-les dans l’asile dénudé de ton amour indifférent et douloureux. Donne-nous tes passions sans objet, tes douleurs privées de raison et tes joies sans avenir.
Toi, si vide et si brûlante, inhumaine, mais si terrestre, enivre-nous du vin de ton équivalence, et rassasie-nous pour toujours dans ton cœur noir et salé…


Albert Camus, Caligula.

martes, 7 de septiembre de 2010

El nido de ansiedad

Caída en el suelo, lloro hasta que las lágrimas se confunden con mis cabellos y se me nubla la vista. Pero ni por un instante dejo de seguir el rastro del sol por el cielo. Sigo su recorrido durante días sin término, mediodías imposibles, camino tras él a través de los deshabitados desiertos, con un escarabajo azul brillando escondido en la palma de mi mano

Permanezco en esta glaciación de días en llama, aquí no corre el agua ni se forman las palabras, bajo la blancura violenta del mediodía la fuente cristalizada ofrece sólo un agua dura, inmóvil, que no sacia.

Lastimadas por todos los soles, se deshacen mis retinas de ámbar, pero espero en este páramo sin voces a quien me traiga el corazón petrificado del viajero errante. Espero sin tiempo, en el nido de ansiedad, lugar del final del verano.

[Clitie se ha embriagado con el incienso funerario que ha quedado en la pira de su infancia antigua, Clitie pierde el conocimiento, se le bordan las pestañas de sal y después fantasea con la noche. Pero cuando llegue la noche entrará en la espera, en las canciones que hablan del viajero errante, la ofrenda del escorpión y las palabras que nunca le dijeron].

Gusanos de seda

Como si un niño levanta la tapa de la caja de los gusanos de seda y toca los capullos durmientes, hechizado por la incubación tan tibia.

Mariposas-gusano abren los ojos antes de tiempo, antes de tener párpados, condenados a una estrepitosa vida híbrida ya de un modo inevitable.

Así, los dulces instantes que en mí habitan cristalizaron de golpe, en monstruosas figuras, y mi alma cruzada no deja ni un día de equivocarse.

Todas las cerillas se han mojado con las lágrimas de alguien que vino en busca de esa resina que yo no tengo: el consuelo.